martes, 20 de octubre de 2009

Abro los ojos antes que el fatídico gong,
y siento tu aroma a niño grande,
a jabón y sudor,
tu perfume a dormido.
Y en tus labios remolonea una sonrisa,
cuando mis besos buscan conjurar un sueño de amatista.
Despierto y tú descansas,
te imagino en vela a mi lado de noche,
observándome en la penumbra alcanzar nebulosas cumbres,
oyendo un susurro del mas allá.
Y te pido que me sostengas fuerte, que el abismo es profundo,
no quiero caer.
Y a mi lado las fresias brotan en un brazo y me abrazan cual pradera,
para renacer.

3 comentarios:

Xaj dijo...

El precipicio, la delgada cuerda que sostiene los largos màrgenes montañosos de lo que no somos. El aire, sòlo èl. Las fresias que saludan con las hojas, gritando un adios al perfume que supimos tener.

Saluditos.

Anónimo dijo...

no me gusta que no publique más en el blog.
Sépalo.
Abrazo

B.B.

elarboltalado dijo...

Coincido con B.B. se leen cosas lindas por acá, ¡renuevese!