lunes, 11 de julio de 2011

Hay un exilio en la puerta de Banfiel´. La señora levanta la alfombrita de Bienvenidos, última pertenencia a cargar a la camioneta. Los vecinos ya no pueden sostener la farsa, se alejaron paulatinamente, como sin querer. Ninguna persiana parece observar la partida, pero todos saben- la señora también- que hay que mantener la parsimonia, todos están observando de hecho.
En Barrio Nuevo nadie pudo tolerar la muerte de Clara. El almacenero decía que hasta los perros se le cruzaban de calle a la señora, para no verle la cara de llanto. Esos ojos que parecen golpeados , agotados , casi amoratados de tanto llorar.

La verdad que yo también me había alejado, como sin darme cuenta. De a poco había dejado de llevarle las facturas que llegaban a casa y sin proponermelo las pagaba yo siempre a término. Siempre un día antes que vencieran, como por inercia.
Los chicos tampoco iban a verla, no que yo les hubiera dicho nada, pero siempre pensé que la maestra les había recomendado no tener muchos recuerdos o algo así. `Del pasado no se vive, dicen algunos que te arrastra`, me parece que algún día la escuché decir. Quizás no hubiera dicho nada tan poético sino que a los meses de escabrosos detalles, la pobrecita les debe haber gritado a los borregos que `la corten´. Pero bueno, una de dos.
La cosa es que la señora cada vez tenía menos cara de humana, o quizas erámos nosotros los deshumanizados. No podíamos hablarle y ella parecía no querer hablar tampoco.
Al final de cada mes yo miraba por la medianera, a ver que hacía. Nunca la ví llorar o hacer algo extraño. Eso era lo más raro de todo. Uno supondría que con estas paredes tan delgadas, la oiría llorar esos mares que le amorataban los ojos, pero no. Aunque estas casas no son como las de ahora, escuchar se escucha pero no como en un departamento de esos nuevitos.
El lunes salí a regar el jacarandá, nada más ridículo para hacer ese 27 de Agosto. Como sin querer la vi. Estaba en el living asomada a la ventana del frente. Como esperando.
Los chicos llegaron del colegio a las 18, como casi siempre que no paraban en el quiosco a comprarse alguna golosina que les quitara el hambre. (A fin de mes por suerte ya no tenían nada de la mensualidad del padre y yo no tenía que renegar con eso).
´Nunca la vi llorar, te digo. Pero hoy me di cuenta que ella la espera, todos los días espera a la vuelta del colegio. Yo que sé. No sé cómo puede vivir esa mujer, así con ese dolor... tan sola´, La Soledad no me daba mucha pelota, seguía mirando al revistita de Avon. ´Hay un rimel de oferta fijate´y le seguí cebando mate, no fuera cosa que la sole se enojara, tan amiga de Clarita era la pobre. El más chiquito lloraba y yo me fui a ver qué le había hecho el otro energúmeno.
´La verdad que no sé, yo creo que a ella le afectó mucho. Pero para mí que se va a mudar, no va a durar mucho acá, hay muchos pibes, muchos amigos que le recordamos lo que ella era.´hablaba como si hubiera arrancado cuando me fui o como si no hablase conmigo. Con los ojos clavados en la medianera, ´la queríamos tanto, no sé por qué me parece que decírselo sería peor´. ´Haceme un favor y correte de ahí que estas paredes oyen´, le dije como por reflejo.
El lunes siguiente, la camioneta roja cargaba los últimos bártulos de la señora en la parte de atrás. Yo no salí a saludarla, me dio nosequé.

No hay comentarios: