jueves, 3 de noviembre de 2011

El tinglado de la obra de al lado abrasa a las doce. Para esa hora Josefina ya se quiere ir de lo de la Señora, está cansada y le duelen un poco los callos del pie izquierdo. La mano ya se acostumbró al fino trazo de la vajilla con ese polvo casi imperceptible al ojo normal, pero tan evidente al ojo de la patrona. Los chicos llegan en quince y las milanesas parecen dóciles vaquitas frente al matadero de la freidora. Una tras otra, ella piensa en el arroz de hoy a la noche.
Matías no hace la tarea, igual en un rato llega la profesora. Sabrina no quiere comer y deja todo en el plato. Al tacho, sin más. Casi mecánico el movimiento de muñeca.
Las cinco llegan sin gloria, el tren y el regreso. La brasa al viento, el humo, el barrio despertando su noche.

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