jueves, 19 de junio de 2008

dieciseis

Si su corazón continúa latiendo,
y los dedos siguen fríos debajo de la frazada,
cuando las manos se entrelazan,
¿Existe algo allí?
¿Por qué necesitamos preguntarnos,
mentes brillantes,
obtusas,
cuidadas?
¿Por qué necesitar darnos explicaciones,
poemas,
novelas,
cartas?
¿Por qué ser presas de destinos,
leer sueños,
anhelar presagios?
(La niña se asoma al ventanal)
El mar nos acalla y nos atormenta,
las mareas parecen ser aquello más temido.
El movimiento, (el cambio) ,
la permanencia de lo inconmensurable.
(La muchacha abre, corre los pestillos y desengancha las trabas)
Enamorada de las palabras,
de los sonidos,
de la estupidez más estúpida,
de no poder
conformarse
con el sentir.
(La mujer voltea a ver un lecho revuelto)
Angustiada por la sensación más imbécil de no poder romper,
con las ataduras,
con las sogas,
con el miedo.
Lozas blancas y frías contra las plantas que las empujan.
Triplicar es sumar ,
al fin y al cabo,
una soga con nudos
y una remera de seda barata.
La niña se asoma al balcón y desabrocha sus botones nacarados,
es el sol aquél déspota mensajero de la vida
quien la obliga a respirar.





16-06-2008

1 comentario:

Bluebird dijo...

La sigo leyendo. Muy bueno, como siempre. Incursionando nuevas formas. Le perdono a pechito (sabe que no lo quiero).
Nuevo diseño y menos links!